jueves, 20 de noviembre de 2008

Del Freya al Sirius Star

Anoche corriendo por el largo y disfrutable boulevard de mi ciudad, ví con mucho respeto el mar. Llovía con fuerza y había viento, y yo corría como loco desesperado bajo la mirada de los automovilistas que aceleraban en su intento de evadir la lluvia, como si eso y mentirse uno mismo fuese posible. Las olas impactaban violentamente a unos centenares de metros de la playa, en una especie de barrera natural conocida localmente como "el bajo", que no es otra cosa que una muralla de arena apenas unos centimetros debajo del mar y que frena la fuerza del mar abierto y profundo. Algunos barcos luchaban a los lejos en sus maniobras por no encallar y otros - ya anclados - bamboleaban como borrachos divertidos. Distinguí algunos de ellos como simples barcazas y otros con un poco más de detalle, era ordinarios buques de alguna bandera de un país sin importancia, pero con grandes beneficios fiscales. Y recordé la noticia que vengo siguiendo desde hace unos días, lo ocurrido a uno de esos oil tankers que transportan el oro negro de un extremo del mundo al otro sin que nosotros los véamos nunca. El mundo de los barcos que transportan petróleo, conocidos como oil tankers en inglés, despierta mucha pasión en la comunidad marítima internacional. Sus rutas, tripulaciones, historias, desgracias y diseños son puntualmente cubiertos por aseguradoras, grupos ecologistas, gobiernos, marineros retirados y/o frustrados y también por simples fanáticos. Considérame alguien que por azares de la vida ha tenido su ligera cuota de relación con ese mundito. Todas las personas dentro de las categorías anteriores saben de lo que voy a hablar, pero la gente más común, o desligada de estas cosas, nunca piensa en los tankers. No tienen por qué hacerlo realmente. Vaya, tenemos cosas más importantes por las cuales traumarnos. Que el petróleo se mueva a un ritmo vertiginoso de un extremo a otro del mundo y que hace unos meses tuviera un valor encima de los cien dólares y hoy apenas pasa de la mitad de esa cantidad no es algo que nos interese a quienes tenemos que ver la telenovela por la noche, ir a cenar y hablar estupideces con los compañeros de trabajo, comprar boletos para el cine y en general, seguir llevando un cómodo estilo de vida urbano. Y sin embargo, sí nos debería importar un poquito más. Hace unos días, el 15 de Noviembre para ser precisos, se cumplió como profecía parte de la trama desarrollada en "La Alternativa del Diablo" (The Devil's Alternative), un libro de política ficción de Frederick Forsyth. Muy recomendable si gustas del género de espionaje, intriga internacional y esas cosas. En una de las varias tramas de la historia, aparentemente inconexas y magistralmente atadas al final, el grupo de rebeldes ucranianos decide secuestrar un superpetrolero en plena ruta inaugural desde el astillero hasta Rotterdam. El líder, un genio de la planificación, comienza así un juego de ajedrez político internacional, al establecer demandas que bajo cualquier otra circunstancia les habrían causado un acceso grave de risa incontrolable a los dirigentes del mundo. Sus peticiones son la liberación de un grupo de compañeros rebeldes encarcelados en una oscura prisión de Alemania Oriental - esta es una novela anterior a la caída del muro -así como ciertas garantías de asilo en Israel y permiso para dar una conferencia de prensa donde van a dar una noticia que hará caer a la otrora gran Rusia. La precisión en la descripción de todas y cada una de las características importantes del superpetrolero que los ucranianos secuestran es un rasgo común en el estilo de Forsyth, quien ante todo, es periodista e investigador también. Los personajes de la novela se enfrentan en un inicio por una idea tan ridícula como secuestrar un barco en pleno mar abierto. "Nadie ha intentado jamás algo así" dice uno. "Razón de más para que no estén preparados" sentencia el líder, Drake. Ya en el mundo real, ese día del 15 de Noviembre que les comentaba, los periódicos de todo el orbe se hicieron eco desplegando información del Sirius Star, que a diferencia del Freya en la novela que les comentaba, no es el oil tanker más grande del mundo ni el más nuevo...pero casi. Las descripciones encontradas en línea lo ubican como del tamaño de cuatro putos portaviones, y esas cosas ya son enormes de por si. Dicen que transporta la cuarte parte de la producción de un día de Arabia Saudita. Una carga valuada en cien millones de dólares - al igual que en la novela - y una tripulación de poco más de 20 personas - también igual que en La Alternativa del Diablo. Lo curioso es que a nadie se le haya ocurrido poner defensas a estas bombas flotantes. Los marinos a bordo deben ser eso, no expertos en jujutsu. Es obvio que al verse asaltados y rodeados de unas cuantas decenas de cabrones somalíes dispuestos a todo, deciden abandonar cualquier intento de resistencia. Tampoco es como que su compañía naviera y la dueña del petróleo no van a pagar el millonario rescate. Todos lo saben. Quienes secuestraron el barco resultaron ser catalogados como piratas, un término que me suena anticuado y extraño y que me remonta a Johnny Depp borracho con ron, bigote y haciendo malabares. Todo eso me recuerda la palabra pirata, y suena tan fuera de lugar en este moderno mundo porque hoy en día los malos son simplemente fichados como: 1) terroristas 2) hijos de satán 3) radicales 4) extremistas 5) perredistas 6) etcétera Tú escoge la definición que más te guste. La prensa por el momento optó neciamente en llamarlos piratas, aún con lo anticuado que suena esta denominación. Dicen los reportes periodisticos que existen ya varios ataques de este tipo en esa zona desde hace poco más de un año, y que se debe a que ciertos vacíos legales permiten actividades ilicitas fuera de todo orden, porque en Somalia - si, el país ese que se hizo más famoso por "La caída del Halcón Negro" que por la hambruna que enfrenta - ha habido un cambio de regimen muy sangriento y básicamente no hay nadie - entiendase autoridad - que tenga el tiempo o las ganas de ir a ver qué andan haciendo los chicos traviesos en las costas del país. Una lectura más paranoica reflejada en un prestigiado periódico británico dice que, aunque los piratas ganaron con este ecuménico secuestro de un barco de esas magnitudes, a la larga lo único que han logrado es unir a la comunidad internacional para enviar cascos azules a su país y ser atacados más fieramente que antes. Yo creo que es casi técnicamente imposible secuestrar un barco en latitudes tan conocidas y transitadas, con toda la tecnología de seguimiento e imagenología de super alta resolución en tiempo real con la que se cuenta actualmente. Hay toda una flota americana, fragatas de la OTAN y otras patrullas privadas en la zona como para que unos lancheros somalíes puedan, de la nada, ser expertos terroristas que abordan, controlan y negocian sobre los bienes de un tesoro negro tan valuado que ningún gobierno importante se daría el lujo de perder. El Sirus Star es una carnada, a diferencia del Freya que fue la víctima. Y eso demuestra que la novela política de la realidad siempre será más apasionante que lo que gente como Forsyth pueda imaginar.

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