miércoles, 24 de diciembre de 2008

Reflexionando en vacaciones

He escrito muy poco en estos días. Es como si me hubiera secado, como si las palabras que vienen a mi también hubieran tomado su equipaje, puesto sus lentes de sol, navegado en Internet para comprar sus boletos de avión y abandonado a este intento de blogger constante. Trato con todas mis fuerzas de encontrar un tema o una idea y ponerla aquí al mínimo pretexto. Pero ahora me doy cuenta que ese es un error táctico grave: no puedo forzar mi escribir, de la misma forma que tampoco forzas a alguien a que te ame. Simplemente no resulta, no resultará y no tiene razón de ser. Una de las cosas que pensé en escribir era sobre lo que la gente hace o platica en mi larga y curiosa calle. Y me refiero a la gente que la transita, aquellos que no conozco y que son invitados a vagar, correr, sufrir o pasear por mi territorio. Mi calle es mágica y si te tomas el tiempo de recorrerla de extremo a extremo podrás conocer todo sobre orografía, urbanismo, arquitectura, aspectos sociales y culturales del México moderno. Y no exagero. De alguna forma el gran diseñador del universo hizo que la calle desembocara en el mar bajo la luz de que es lo único que podría recibir tantas historias de una calle vertidas como si drenaje fuera. Y todo eso voy observando a paso lento cuando el señor de sombrero, con muy buen tono, aspecto campesino y cara de sabio me pregunta la hora. Le respondo. Me da las gracias. Y así terminamos nuestra relación fugaz que no sabemos si podría haber cambiado el mundo. Como la tuya y la mía. Creo que inspiro confianza. O a lo mejor tengo cara de buena gente. O es eso o mis ciento noventa centímetros de altura llaman ridiculamente la atención y por eso soy el elegido casi siempre para la cuestión de la hora y las calles. La hora. Es que siempre me preguntan la hora. Mi reloj no es verde fosforescente, ni saca chispas, tampoco hace "ruiditos" y mucho menos brilla. No me lo gané en una caja de cereal. Es un reloj pesado, de marca, común y corriente, que cualquier tipo de mi edad trae. Y sin embargo, todos los días religiosamente un desconocido se cruza conmigo, ve mi muñeca, sonríe y me pide la hora. Todos los días. Yo, que soy tan pinche amable, siempre doy la hora en el formato más exacto posible: "son las once dieciocho". Listo. No "once veinte" ni "once y cuarto" o "son como las once y...quince". No. "A tiempo y con precisión" es mi eslogan de servicio de reloj ambulante. Y al menos una vez por semana un conductor con cara de frustración se acerca a mi y pide orientación para encontrar desde el castillo de la ciudad hasta la bóveda secreta de una casa antigua en el centro. Esta última dirección me la reservo y en su lugar los envío al café más tradicional de la localidad. Así al menos si siguen perdidos, pueden comer y beber algo a gusto. Pero como les decía, pensé en escribir sobre todo lo de arriba y algo me decía que no. Que fuera paciente y que la inspiración llegaría para publicar una entrada algo un poco más digerible. Si así fue o no, tú lo decides mi querida lectora anónima (en femenino, para apoyar eso de la equidad de género que tanto sufre en nuestro idioma.) De pronto, en esa reunión con las personas más grandiosas del planeta, uno de ellos, listo y parco, me planteó la pregunta. Si el dinero no fuese factor, ¿a qué te dedicarías? Y esa pregunta provocó la ignición. Abrochen sus cinturones. Mach 1. La vida es bella. Preguntar algo así puede resultar irrespetuoso si no conoces a la persona. Resulta una manera muy velada de indagar sobre sus frustraciones y traumas laborales, personales, económicos, etc. Vaya, alguien con menos educación te preguntaría si consideras que tu trabajo es una mierda. Alguien agresivo te obligaría a reconocer que no sólo tu trabajo es una mierda, sino que tu vida entera lo es y que resultas patético por no hacer nada para cambiarla. Mach 2. Aquí sientes que los oídos te zumban y que tu visión periférica se ha reducido un buen setenta por ciento. Luego te das cuenta que no lo sientes, sino que así es. De mis días como piloto de combate altamente especializado recuerdo esto. Afortunadamente los familiares de los pilotos de los Mig-23 rusos que derribé desconocen mi identidad. Ya he sido perseguido por el ex-novio ruso de una ex-novia mía y sé que no son tipos agradables cuando se enojan. Larga historia. Otra entrada otro día mis estimados. Afortunadamente estaba con las personas más grandiosas del planeta como ya les dije. Y al preguntador lo invité, como responsable de una cuestión profunda, a tener la putisima amabilidad de contestarla primero. Y así lo hizo. "Estudiar" dijo él. Iba a escupirle mi copa de whisky pero recordé al instante mis modales y en su lugar complementé su idea diciendo "estudiar es tener curiosidad". Mach 2 y cachito. Los controles vibran. No tengo copiloto operador de instrumental. Me sería útil tenerlo porque así evitaría muy probablemente terminar hecho mierda sobre el espacio aéreo de Groelandia cuando los cabrones chicos Mig se juntan para darme una paliza. Yo respondí que me gustaría ser alguien de letras. Escritor, articulista, columnista, etc. Le conté cómo mi blog me ayuda en esa ilusión y cómo desde niño, cuando soñaba con encargarme de periodicos murales y luego editar una revista para estudiantes y cosas así, había descubierto mi vocación. ¿Por qué no me volví eso? Aún estoy a tiempo. Pero me gusta enseñar. Transmitir cosas a la gente es también una pasión. ¿Entonces qué soy? ¿Escritor, maestro? Me gusta la tecnología también. Me gusta viajar. Me gusta ser gastrónomo, lector, corredor, fumador, crítico de cine, investigador (I. diría que por chismoso). Me cuesta trabajo la definición. Pero creo que escritor soy. Fue lo primero que vino a mi mente ese día con la pregunta de L. Después de todo, el día que llegue a serlo, ya habré pasado por todas las experiencias de los oficios, técnicas y profesiones que escribí. Y entonces tendré algo digno que decir. Mach 3. Apago el videojuego. Esas son mamadas. Y luego, unos días más adelante, cambio de escenario, nueva gente en el show continuo de las reuniones navideñas. Y otra pregunta invitante, cortesía del gran MM. ¿Tu legado hasta ahora? La escuela preparatoria en la que me enrolé fue donde durante tres años conocí el lado obscuro de la vida. Comentar mis (des)vivencias ahí es tema de varias entradas en este blog. Entradas que se irán dando. Baste decir que eramos el grupo de cincuenta pseudo-estudiantes más insoportable, indisciplinado, peleonero, y con peores mañas en un radio de unos ochocientos kilometros a la redonda. Lo digo con orgullo porque sobreviví a ello a pesar de todo. A ellos, a la gran mayoría, yo les enseñé a jugar ajedrez. Hicimos competencias. Uno, que ahora es parte del grupo de gente más extraordinaria del planeta, osó ganarme al darse inmediatamente cuenta que yo no era más inteligente que él, sino quesimplemente había aprendido el juego una década antes y practicado como por la mitad de ese tiempo. Hoy en día sigue siendo un gran rival en el tablero. Ese es un legado que he dejado. Algún día, si es que no ha ocurrido, esos tipos a los que enseñé las artes de reyes, alfiles y peones, instruirán a su vez a sus chiquillos y entonces sabré que minúsculamente cambié un poco el mundo de alguien que no conocí. Y para bien. OK. Lo prendemos de nuevo. Mach 3. Esto es tan veloz como la fuerza aérea me lo permite sin tener el clearance adecuado para piloto de aviones prototipo experimentales. Algún día pilotearé uno de esos juguetes costosos. Es fácil ir así de rápido. Presurizas la cabina una diez veces más. Activas ciertos seguros. Dictas cuatro comandos de voz, tecleas un par de códigos, arrastras tres interruptores, aprietas tus genitales para sentir que sigues vivo, te persignas e impulsas el joystick. Y te vas rápido y muy lejos sin nada delante de ti. Y a veces eso es todo lo que se necesita en vacaciones.

2 comentarios:

  1. Tenia tiempo de no pararme por aqui admitolo, sera que la ultima ronda de cervezas incito mi curiosidad. No podre contestarme eso con tal certeza pero admito que tu habilidad de escritura es notable y quisiera tomarme la delicadeza de escribir yo tambien un blog pero la verdad soy mas inspiracion y menos dedicacion. El punto aqui es, si la harias de columnista la verdad... saludos!

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  2. Hay comentarios y comentarios. Me llena de orgullo que alguien que goza con escribir aventuras épicas y mostrarlas me diga que puedo cumplir uno de mis objetivos - ser columnista algún día. Pero me quedo mejor con la parte donde un gran amigo que le da curiosidad visitar mi blog después de una ronda de cervezas y gran charla sustancial se toma el tiempo de echar unas palabras importantes para mi. Danke K13.

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