domingo, 22 de marzo de 2009

Confieso que yo Gatopardo

¿Tú gatopardo? ¿Qué demonios se supone que significa eso? Okay. Entiendo. Tú no gatopardo. Era la época en que estrenaban Arráncame la vida y yo vagaba en un Sanborns, viendo todos los libros que no compraria ese día y otros que nada más nunca. Superación personal. Esoterismo. Cómo resolver tal o cual problema. Tutoriales de todo, desde cómo pintarte las uñas de los pies -usando Linux, claro está - hasta cómo montar, configurar y presumir un lujoso servidor (de pornografía) estilo IBM para tu empresa de tres empleados - también con Linux, nomás para seguir luciendo sofisticado. No faltaban las grandiosas novelas con títulos en latín o con alguna oscura referencia a los Iluminatti, Templarios, Códigos, o Secretos. Estaban los libros de chicos vampiro y chicos magos y chicos entre una de esas dos categorías, porque está visto que el novelista que piensa en jóvenes sufre de algún transtorno psicológico que le impide desarrollar trama alguna basada en este mundo, el cual les puedo asegurar con absoluta confianza tiene muchas cosas interesantes que compartir. A punto de estallar en una crisis de nervios por la falta de algo digno y decente para leer, dirigí mis pasos a la salida y busqué la insulsa Foreign Affairs - mis residuos de pensamiento derechista necesitan actualizarse cada cierto tiempo para que mi sentido liberal que ocupa el otro 95% de mi cuerpo pueda tener algo con que pelear - cuando mis ojos tropezaron con Daniel Giménez Cacho en pose de jefe-mandamás-playboy-a-fuerzas-yo-soy-chingón-y-hasta-la-hago-de-modelo. Repito. Eran esos días en que todo el mundo hablaba de su película y lo suertudo que era por poseer en once de cada diez escenas a Ana Claudita Talancón. Maldito suertudo. Verlo en una revista me resultaba igual de familiar que saludar de beso a mi esposa. Luego recordé que no tengo una y que tampoco estaba tan familiarizado con éste tipo que me había impresionado ya en su actuación desde otros papeles. Hora de hojear esa revista de nombre raro. Gatopardo...Gatopardo...¿Quién le pone nombre de animal a una revista de...? Espera. ¿De qué es ésta revista? Hojear, hojear, hojear. No es de política. Bueno, no al cien porciento. ¿De moda? No. Las modelos apenas ocupan unas tristes páginas. Eso sí, qué fotos. Sigamos. ¿Es de actualidad? Pues no, ni tanto. No he encontrado referencia a Britney y todos sabemos que eso dicta lo que es - y no - actual. Vale. me rindo. No sé cómo definir a esta revista. Pero me gusta. Revista manoseada y sostenida por más de cinco minutos es revista comprada, leída y releída, almacenada y compartida. Desde ese número me volví el fan número ene. Y así con tiempo llego a la conclusión que el nombre está...bien. Después de todo, ¿quién demonios sabe exactamente lo que un gatopardo es, sin correr a Wikipedia? Interesante resultan los anunciantes. Leer los artículos y encontrar publicidad de cosas que tengo o quiero tener me hace sentir identificado. Oh, yeah baby: qué hombre tan moderno soy. Y enseguida viene el contraste. La línea editorial no es izquierdista per se, pero el ángulo dado a cada uno de sus reportajes, comentarios, pies de foto, etcétera, revela una pendiente tan tendenciosa a hacer enojar a muchos amantes del lado conservador de las cosas que sorprende el número de marcas que apelan a ese mismo mercado anunciándose en sus páginas. Creo - y es mucho asumir, pero qué más da - que el encanto "gatopardezco" no yace tanto en su ameno diseño editorial, o en la rica selección de textos, como en el estilo impreso a cada línea, donde se demuestra que se puede ser cool, sin perder lo profundo; donde se hacen guiños al lector, pero no se le engaña. He pasado momentos muy buenos leyendo Gatopardo, y decidí que era hora de dar a conocer todo esto a mis dos fieles lectores de este blog - aunque hay datos inconclusos sobre la posibilidad de una tercera persona rondando por aquí de vez en cuando de acuerdo a informes clasificados. Gatopardo cuesta lo mismo que tres cafés , pero garantizo que vale mucho más la pena que las dos horas que tendrías que pasar cotilleando con las amigas para tomarte esa cantidad de tazas. Ahora que si no te gusta correr riesgos, entra al sitio web y engánchate de las portadas, los perfiles, los reportajes, y las notas que hacen una justa contraparte a la calidad de la revista física. Si el Español fuese un poco más justo, podríamos hacer un verbo del nombre de la revista, con el cual al decir que tú gatopardo indicas que te gusta lo nice, pero no eres banal. Eso espero.

1 comentario:

  1. Es la mejor descripción de Gatopardo que he leído. ¡Yo también soy fan!

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